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Para los educadores todo el honor

Honor a quien honor merece, dice una conocida frase y si alguien merece el elogio de la sociedad, es el maestro, ese que nos acompaña desde la infancia y sigue a nuestro lado hasta la adultez, aunque en cada etapa sea otro el rostro y el nombre y la complejidad del conocimiento que nos trasmiten.

La vida es un constante aprendizaje y en ese camino el educador tiene la capacidad de enriquecernos cultural y espiritualmente para dejar huellas tales que resultan imborrables  en nuestras mentes y en nuestros corazones.

Pero no solo agradecemos lo que personalmente recibimos de ellos, si no también nuestros hijos, que hacen parte de las sucesivas  generaciones de jóvenes que tienen la oportunidad de llegar de la mano del profesor hasta donde se lo propongan y les permitan sus capacidades y tenacidad.

Ellos son los creadores de una riqueza privilegiada con que hoy cuenta la nación cubana de cientos miles de profesionales  graduados en las universidades en disimiles especialidades, en las ciencias, las artes, la economía, la docencia,  una fortaleza para un país cuyos recursos humanos son una sólida esperanza para el porvenir.

Por eso no se trata solo del Día del Educador, 22 de diciembre, fecha en que Cuba se declaró libre de analfabetismo en l961, sino del perenne e íntimo agradecimiento a quienes están indisolublemente ligados a nuestra existencia para hacernos mejores personas.

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