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Isaac Asimov y la Luna:

Isaac Asimov y la Luna:

Tengo la sensación, sin embargo, de que la principal atracción turística en la Luna será su cielo

Creador de obras de ciencia ficción y divulgación científica, Isaac Asimov hizo en l964 predicciones para este 2014, algunas de las ellas, como los paneles fotovoltaicos para generar electricidad hoy proliferan sobre los techos, pero también anticipó cómo seria algún dia la estancia del hombre en la Luna. Este artículo publicado por la revista Muyinteresante, nos lleva por los caminos de la imaginación. 

Algún día, cuando la Luna sea un mundo ajetreado, con mineros, ingenieros electricistas, metalúrgicos y astrónomos trabajando todos allí, ¿irán también los turistas? ¿Qué se podrá hacer en la Luna? ¿Qué habrá que ver?

Supongamos que se organizan excursiones a los centros de minería lunar. La gente iría a ver funcionar las máquinas y visitaría los telescopios lunares en la cara oculta. E incluso podría ser divertido experimentar una gravedad menor que la terrestre.

Tengo la sensación, sin embargo, de que la principal atracción turística en la Luna será su cielo, mucho más magnífico que el nuestro... cuando se puede mirar, que no es siempre. En efecto, la Luna gira muy lentamente con respecto al Sol, una vez cada 29,5 días terrestres; transcurren dos semanas entre la salida y la puesta de Sol en la Luna, y otras dos semanas entre la puesta y la salida.

Durante el período diurno de dos semanas, los turistas tendrán que permanecer en instalaciones subterráneas, pues las temperaturas son muy altas y la radiación solar, sin atmósfera que la absorba, es demasiado peligrosa. El período nocturno de dos semanas constituirá la temporada alta de turismo en cualquier punto de la Luna. Las estrellas son allí mucho más brillantes y nítidas que en la Tierra, porque no hay atmósfera que absorba la luz o que haga parpadear la luz incidente. Muchas de las estrellas que son demasiado débiles para verse desde la Tierra serán visibles desde la Luna, y jamás habrá nubes. Sería como estar en un planetario que jamás se apaga... con una condición, y es que no hay otra cosa más que estrellas en el cielo.

En efecto, la Luna no gira para nada con respecto a la Tierra. Una de las caras - la más próxima a nosotros- siempre mira hacia la Tierra; la otra -la más alejada- siempre mira en dirección contraria. En la cara oculta, la más alejada, jamás aparece la Tierra en el cielo, y las estrellas son los únicos objetos a contemplar. En la cara próxima, por el contrario, la Tierra está permanentemente en el cielo y nadie se fijará en las estrellas.

La Tierra, vista desde la Luna, pasa por las mismas fases y en el mismo tiempo que la Luna vista desde la Tierra, sólo que en orden inverso. Dicho de otro modo, cuando vemos luna llena desde la Tierra, los turistas en la Luna verán "tierra nueva". Y cuando tengamos luna llena aquí, los turistas lunares tendrán "tierra llena".

Durante el período nocturno de dos semanas (si nos colocásemos en el centro de la cara próxima), la Tierra está en el cenit, donde permanece inmóvil salvo un vaivén llamado "libración". A la puesta de Sol, la Tierra está en cuarto creciente y parece un brillante semicírculo de luz. El semicírculo se expande hasta que, al cabo de una semana, vemos la Tierra completa como un círculo brillante. La parte iluminada de la Tierra empieza luego a contraerse en la dirección opuesta hasta estar en cuarto menguante (un semicírculo mirando hacia el otro lado) al amanecer.

Si uno cambio de posición en la cara próxima, la Tierra modificará la suya y descenderá en el cielo. Una vez elegido el nuevo puesto de observación, la Tierra también permanecerá fija en el cielo. Según cuál sea ese nuevo emplazamiento del observador, la Tierra llena llegará antes o después en el transcurso de la noche lunar; pero lo que es seguro es que en algún momento de la noche habrá Tierra llena.

¡Y qué Tierra será entonces! Nuestro planeta es mayor en el cielo lunar que la Luna en el cielo terráqueo; la Tierra refleja una fracción mayor de luz solar incidente que la Luna; y en esta no hay atmósfera que absorba la luz terrestre, sumando todos estos factores, la tierra llena que luce sobre la Luna lo hace con setenta veces la luz que arroja la luna llena sobre la Tierra.

Imaginemos que estamos sobre la superficie lunar, bañados por la brillante luz terrestre. Habría suficiente luz como para leer, no haría un calor molesto y no habría radiaciones peligrosas. Colocándonos en el centro de la cara próxima, con la tierra llena en el cenit, la suave y blanca luz terrestre no arrojaría prácticamente sombras a nuestro alrededor. En cualquier otro punto, con la tierra llena más baja en el cielo, habría sombras negras como la pez, donde uno podría colocarse para contemplar las estrellas.

Por otro lado, la Tierra no tendrá esa faz inmutable que tiene la Luna. Será un círculo azul y blanco de luz, y a través de los remolinos de nubes entreveríamos el color pardo de las áreas desérticas (sobre todo, usando prismáticos). Además, las capas de nubes cambiarán continuamente a medida que gira la Tierra y soplan los vientos.

Y sin embargo, la visión más hermosa de todas se daría durante el día, cuando, en determinadas ocasiones, fuera posible salir a la superficie lunar y mirar al cielo.

Artículo original: "Por la luz de la Tierra", Isaac Asimov. MUY Interesante nº 57 (Febrero 1986)

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