AL RESCATE DE LA PALMA REAL
Devolver al paisaje el sello distintivo de cubanía que los vientos de los huracanes de la temporada del 2008 nos arrancaron, es no solo una acción de reforestación en bien de la naturaleza, sino a favor del rescate de nuestra identidad y valores culturales.
De modo específico hablamos de la palma real, fuertemente golpeada hasta una cifra de 4 MIL 843 que fueron derribadas, dejando en algunas zonas una triste imagen de desolación.
Porque la palma real aporta una indiscutible y singular belleza al paisaje.
Se considera el árbol nacional de Cuba, con su estampa y esbeltez, que aparecen grabados en nuestro escudo como símbolo de
la hermosura de nuestros campos.
Lograr una palma en toda su magnitud y esplendor demora entre 18 a 20 años, pero vale la pena no solo por sus aportes al paisaje, sino también por sus valores económicos con su aporte de palmiche para los animales, pencas para techos, yagua para las pacas
del tabaco, y flores que las abejas utilizan en producir miel, además de sus múltiples usos en la artesanía popular.
Pero más que la nostalgia por que se perdió, vale el espíritu emprendedor de los trabajadores forestales.
Es así que este año se prevé la siembra de unas 80 mil palmas reales en diversas zonas de la provincia de Las Tunas, para lo cual se crean las condiciones con la siembra en viveros, a fin de tener listas las posturas a partir de junio, y realizar las plantaciones con la llegada de las lluvias.
Ello requiere disciplina tecnológica y acción sostenida en el fomento de esta especie; y sembrarlas en los lugares más convenientes para que sigan aportando ese indiscutible sello de cubanía e identidad al paisaje de nuestros campos.
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Laritza -