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Aprender de la experiencia

Aprender a no ser joven es el camino más largo y difícil de la vida, asegura una frase de Salvador Dalí que cobra especial importante en la actualidad cubana de hoy.

Más de cinco mil 170 trabajadores sobrepasan la edad de jubilación en la provincia de Las Tunas, personas que optan por continuar activos en sus puestos cuando por sus edades tienen total derecho a los beneficios de la jubilación.

La ventaja de tener una larga existencia es la realidad que comparten más de 90 mil 800 personas en Las Tunas, una provincia que alcanza una de las mayores esperanzas de vida al nacer del país.

El envejecimiento demográfico impone nuevos pasos a la realidad económica y social de la Cuba de hoy, que reporta cada vez menos nacimientos por familias.

Para especialistas del Centro de Estudios Demográficos de la Universidad de La Habana (CEDEM) el envejecimiento de la población cubana es irreversible, por lo que se deben aprovechar las ventajas que trae consigo como la posibilidad de vivir más años y la convergencia de saberes, experiencias y habilidades.

Los retos de la sociedad son mayores porque más del 19 por ciento de la población cubana está envejecida mientras que en América Latina y el Caribe se alcanzará el 16.7 por ciento de mayores de 60 años en el 2030, según los datos ofrecidos por el Departamento de Asuntos Económicos y Sociales (DESA) de Naciones Unidas.

En menos de tres lustros las personas en edad laboral se reducirán de 6,8 millones a 6,37 millones, lo que impactará notablemente en la producción y comercialización de bienes y servicios, a menos que se actualice de manera acelerada la base tecnológica en un país que importa gran parte de sus recursos y vive los efectos de un bloqueo económico y comercial.

Mientras eso ocurre en Cuba, en Las Tunas tendrá a un cuarto de su población envejecida, imponiendo retos que no se responderán solo con ampliaciones en los sistemas de atención médica para adultos mayores, sino que deben de ir más allá.

La sociedad actual tiene que cambiar la mirada hacia una vejez de nuevo tipo que se adecua a los retos de la modernidad, más capacitada en el autocuidado y el uso de las nuevas tecnologías.

Se debe apostar también por generaciones que tras vivir más de seis décadas no están dispuestas a dejarse inmovilizar por el tiempo,  continúan vinculadas a su centro laboral y marcan el paso del desarrollo junto a las jóvenes generaciones.

Por Liliana Gómez Ramos

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