CUANDO UN AMIGO SE VA
Ayer lo vi conectado entre mis amigos de Facebook y quise escribirle, pero deseaba buscar las mejores palabras de aliento en su dolencia y lo dejé para hoy.
Demasiado tarde.
En la madrugada me llamaron para informarme de su deceso y sentí una fuerte opresión en el pecho.
Alexis Pérez Sánchez nos deja un vacio que nadie podrá ocupar.
Con su independencia de criterio, su afán de superación y su franqueza se ganó un lugar entre los periodistas que compartimos con él no solo en la redacción del periódico o de la emisora provincial, sino también en las tertulias de la Unión de Periodistas, y en los cursos de superación profesional.
En el diplomado del Instituto Internacional de Periodismo José Martí, en La Habana, asistimos a cada sesión de la docencia y luego ya como hábito, en el receso salíamos a 23 y G a tomar una taza de café y junto a otros colegas disfrutar de los debates que los periodistas acostumbramos a empezar por algún acontecimiento del día..
Pero lo conocí desde mucho antes cuando nuestros hijos asistían al mismo seminternado de primaria.
Siempre atentos a nuestros hijos, el tiempo transcurrió y los niños se fueron haciendo hombres, pero siempre se mantuvo el mutuo intercambio e interés sobre el desarrollo de los muchachos.
En los últimos meses se había esforzado mucho a pesar de sus problemas con la diabetes y la presión arterial: logró el titulo de Máster en Ciencias de la Comunicación y el cambio de categoría docente en la Universidad; realizaba su trabajo en el semanario 26 y en el polémico programa de debate Primer Día de la emisora Radio Victoria cada domingo.
Ahora ya no estará. Es la ausencia que duele cuando un amigo se va.
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