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Medio ambiente

      Rumbo al litoral 

A unos 60 kilómetros de la oriental ciudad cubana de Las Tunas,  se ubica el Monte Cabaniguán, de singular belleza y gran variedad de la flora y la fauna.  

Las lluvias de estos meses han vuelto intransitables los caminos desde Jobabo, pero penetrar en la zona donde radica el mayor refugio de fauna del cocodrilo americano o acutus, resulta verdaderamente fascinante.     

En la sabana abundan las copernicias o palmeras y más allá en  el estero, en los manglares y en el monte se hospedan iguanas, cateyes, pájaros carpinteros, cocos, sevillas, garzas, pelícanos, torcazas, flamencos y todo un concierto de pequeños animales, desde cangrejos hasta lagartijas, que disfrutan el festín de la vida silvestre alejada de los depredadores.   

A principio de los años 90 del pasado siglo Manuel Alonso Tabet, especialista principal, trabajaba con unos doce hombres.  

Hoy su equipo de colaboradores es de apenas tres, encargados de manejar la fauna. “Todólogos” prefiere llamarlos, porque realizan todo lo necesario con alegría, en un medio agreste que solo es posible enfrentar en colectivo y con el corazón. 

Es un trabajo duro, sin embargo Manuel considera que tienen el privilegio de recibir un salario por divertirse, en el contacto directo con los animales, aunque está consciente de que solo a quien le guste ese modo de vida puede soportar el aislamiento, los mosquitos y otros riesgos. 

Hay que tener “cocodrilo en sangre”, dice Manuel, porque el mayor desafío es el manejo de esos reptiles, cuya población se ha ido recuperando hasta mantenerse estable. 

Fascinante es el viaje en una lancha con motor fuera de borda por el canal a través del estero colmado de manglares.

En las aguas tranquilas de mueven  los peces, mientras en las ramas de los árboles se aprecian a simple vista las iguanas que esconden la cabeza con disimulo. 

Un verdadero bálsamo para el espíritu es deslizarse por las aguas interiores del estero hasta la salida al golfo de Guacanayabo, donde radica la estación biológica Don Miguel Álvarez del Toro, dotada del equipamiento imprescindible para la observación y estudio de las diferentes especies que habitan en el refugio de fauna del Monte Cabaniguán.

Los atardeceres en el litoral combinan los claroscuros; las luces y las sombras en un sitio de privilegio, pero cuando comienza a caer la noche y todo está en aparente quietud, alrededor de la cabaña donde pernoctamos en la estación biológica, incontables animales de hábitos nocturnos se mueven alrededor. 

Y unos ojillos brillantes a la luz del rayo de una linterna nos anuncian la presencia en el agua del mar del rey del humedal, el cocodrilo acutus, un reptil que ha logrado sobrevivir a siglos de depredación del hombre y que hoy constituye una de las más preciadas riquezas de la fauna silvestre en el sur de Las Tunas.  








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Naturaleza rebelde

Naturaleza rebelde Rosa Velázquez Pérez

Los aguaceros primaverales parecen estar llegando, a esta oriental ciudad cubana de Las Tunas cuando el domingo 15 de mayo durante casi diez minutos cayó sobre la urbe la ansiada lluvia, en medio de la alegría de la gente, sobre todo jóvenes que salieron a bañarse con el chubasco, una vieja costumbre para disfrutar del agua tibia que descargan la nubes sobre la tierra sedienta.
Es que la ansiedad por las lluvias aquí está directamente relacionada con la dramática reducción de las reservas en los embalses, ríos, arroyos y pozos lo que ha llevado a una drástica reducción del suministro por las redes del acueducto, sobre todo en las zonas más altas de la ciudad, debido a la falta de fuerza del bombeo desde las fuentes de abasto.
Actualmente unas 250 mil personas, poco menos de la mitad de sus habitantes, reciben con financiamiento estatal el agua trasladada en carros cisternas o pipas, lo que incluye escuelas, hospitales, centros de producción y la población que cada día se mantiene a la espera de la entrada a los barrios de las pipas, algunas de ellas improvisadas en camiones sobre los que se han colocado grandes depósitos.
Un reciente estimado indica que las pérdidas a la economía en la provincia de Las Tunas en esta etapa de sequía ascienden a unos 500 millones de pesos, sobre todo en los cultivos varios y la ganadería aunque también se incluyen otros sectores requeridos del agua para sus producciones.
Soluciones como la perforación de pozos en los sitios posibles ha resultado un alivio para muchas familias, luego de los análisis sobre la calidad y potabilidad de agua, lo que determina los diversos usos domésticos.
Las esperanzas están en lo que pueda caer entre los meses de junio a octubre, periodo lluvioso y de ocurrencia de ciclones tropicales que por lo general traen lluvias asociadas.
Mientras tanto los lugareños atisban cada día al cielo a la espera del favor de la naturaleza rebelde.